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Uno de los mejores retratos que le hizo mi hermano Gerardo al Manya Luna. |
Muchas cosas diferenciaban al Nueva Pompeya por sobre los demás bares de la ciudad, aunque nada era más distintivo que el Manya Luna, su personaje más emblemático.
–Ay por favor Manyita, no diga eso. Tómese esta última y déjeme de molestar con esas tonterías. Prométame que esta es la última.
–No me joda con River, Livio. Ese equipo no es nada sin Amadeo.
–Vamos Manya. Quiero su pálpito para todos los partidos y no que solo me ponga de ganador a Boca.
–Para qué le voy a decir algo, si al final siempre termina poniendo a River de ganador.
–Usted de fútbol mucho bla bla, mejor dedíquese a cuidarme a la Tota.
–Mejor dedíquese a su polla y no se olvide que River hace siete años que no gana un campeonato –remataba victorioso.
–Cada vez más parecido a Gardel.
–¡¿Cómo?! Con ese mocoso de porquería. ¿A quién salió?
–Póngase erguido como antes, levante la pera, no hable –le ordenaba mi hermano, mientras él seguía refunfuñando por lo bajo.
–Ordene doña Tota.
–Vaya con esta lista a la policía y entréguesela de mi parte al cabo Ángel García. Él ya sabe, le hablé por teléfono.
–¡Qué le pasa! ¡Qué bicho lo picó!
–Le tengo que confesar algo.
–Se habla de eso en el barrio.
–¿Quién fue? porque no me lo dijo.
–Porque no quería desilusionarla.
–Cómo puede ser que no me haya dicho. Soy la que más lo cuida, ¡por favor, Manya! ¡Para quién juega usted!
–Doña yo soy muy leal a usted, pero que quiere que haga, escuché otras cosas.
–Bueno déjese de rodeos y dígame quién fue. ¡No me diga que fue Galera!
–Galera no fue.
–Y entonces quién.
–Dos sobrinos, unos chicos de 15 años.
–¿Sobrinos de Galera?
–No. No sé porque insiste con el pobre Galera.
–Qué pobrecito y qué ocho cuartos. Galera está metido en mil líos en este bar, siempre es él o le pasa raspando.
–No sé quiénes son. Son dos hermanitos que viven al frente del Parque Cincuentenario.
–Manya, hay cientos de casas frente al parque.
–No puedo ir a la policía con sus sospechosos porque usted y yo quedaremos como dos estúpidos.
–Usted me está escondiendo algo. Sabe qué. Mejor váyase. No lo quiero volver a ver. ¡Váyase le digo!
–Pero doña...
–Váyase le digo. No lo quiero ver más.
–Está seguro de que son dos chicos de 15 años –insistió mi mamá sobre el asunto.
–Es lo que se habla en el Barrio Parque.
–Encima me hacen ver como una estúpida.
–Quiere que vaya a la policía y los haga buscar.
–No ya no. Dirán que son chicos, que no pueden hacer mucho. Mejor le voy a pedir a Galera que me traiga a los dos mocosos para acá.
–No sea porfiada, de donde saca que Galera sabe algo de todo esto. No me saque verdades con mentiras. No le diga nada.
–No me diga que le tiene miedo a ese atorrante. Usted ya se me está cayendo del pedestal y pensar que lo tenía acá, –le reprochó, haciendo una seña por arriba de su cabeza– solo quiero que los traiga para darles una lección y para que no vuelvan a robar más.
–Sabe qué, me tiene cansado. Siempre quiere salirse con la suya, se cree una jueza que puede retar y cambiar a todo el mundo.
–Y para que me cuenta entonces.
–Para que no acuse por acusar y no quede como una estúpida frente a la policía.
–Ese es mi problema.
–Sabe qué. Ya me cansé, ahora soy yo el que se va. Usted no me va a echar un carajo.
–Manya venga, vuelva.
–Si me sigue tratando así le juro que cuando me muera le vuá tirar las patas por abajo la frazada.
–Déjese de hacer el viejo tonto. Tómese este vinito que se lo ha ganado. Pero ojo, pronto me tiene que averiguar nombres y apellido de esos mocosos.
–Nada nada, ya se me va a pasar. No tengo nada.
–No me mienta Manya, cómo que no le pasa nada ¡por favor! Venga para acá.
El Manya Luna fue el personaje más retratado por mi hermano en el bar. |
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