La puertita falsa que debían franquear los Apaches y Pieles Rojas conectaba al patio con la calle Perú. Del lado de la vereda, sobre el paredón de revoque desnudo, una leyenda en aerosol con letras rojas pintadas a las apuradas exponía el arte de un activista inconforme: “Fuera yanquis de Vietnam”. Firmado: “EGP”.
–Entonces escribile más cosas para que parezca arte... ponele un título ahí arriba: “Paredón de Vietnam”.
–Me gusta, me gusta – respondió mi papá, aunque a los tres segundos desestimó la idea –no, después capaz que nos pintarrajean toda la esquina.
–Entonces dejala. No van a pintar arriba de lo que ya pintaron – replicó mi hermano.
–¡Ni loco! La gente va a creer que lo pintamos nosotros.
–¡Que te van a hacer esos zurdos! Ojalá los yanquis les tiren unas bombas atómicas y a ver si siguen cacareando.
–Viejo callate por favor. No te metas en política; vas a espantar a toda la clientela. Es suficiente con los líos que armás con el fútbol. Sos un chico.
–¿Quiénes son? ¿Por qué no los agarran? – preguntó mi papá.
–El viejo Luengo no me quiso decir. Sabe que les voy a cortar las manos con la guillotina.
–No – contesté sin levantar la vista. Sentí brasas incandescentes dentro de las orejas.
–¿Por qué te pusiste como un tomate?
–No sé... tengo calor – contesté de nuevo mirando al piso.
–Mirá que si sabés y no me decís va a venir el hombre de la bolsa.
–Damela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario